de San Roque
Un grupo de estudiantes del Colegio Internacional de Sotogrande ha pasado la mañana de hoy, miércoles, en las instalaciones de la ONG Apoyo Mutuo San Roque para conocer “in situ” el trabajo que realiza este colectivo. Principalmente se han dedicado a ordenar ropa y zapatos que luego se distribuirá entre las familias más necesitadas.
El concejal de Participación Ciudadana y Juventud, David Ramos, se ha desplazado al almacén de Apoyo Mutuo situado en los bajos del Teatro Juan Luis Galiardo para saludar a los chicos y a los miembros del colectivo solidario. Ramos explicó que “más de 50 alumnos del Colegio Internacional de Sotogrande vienen a conocer de primera mano el trabajo que realiza esta asociación dentro de una asignatura de voluntariado”.
“Es necesario -continuó- explicar a los jóvenes desde la raíz cuál es la situación de las personas que lo están pasando mal. Doy mi enhorabuena al colegio por esta iniciativa, y a Apoyo Mutuo por abrirles sus puertas, darles las explicaciones y por el trabajo que realizan”.
Por su parte, la presidenta y fundadora de Apoyo Mutuo, Montse Gavilán, indicó que “esta visita surge a raíz de una charla que dimos en el colegio para explicar a los alumnos qué hacemos. La charla les gustó, y cuando terminó nos pidieron venir a echar un día de voluntariado. Accedimos, y creo que es un precedente para el resto de los colegios de San Roque”.
“Vienen un poco como juego -añadió- pero también están comprometidos con lo que hacen y se dan cuenta de que todo el mundo no puede permitirse unos pantalones, unos zapatos... Llevan desde esta mañana ayudándonos y son un soplo de aire fresco en la asociación”, concluyó.
Valentina Steerling, coordinadora de la ONG que lideran los alumnos del Colegio Internacional de Sotogrande, explicó que “hemos creado un modelo de ong que nace y vive dentro del colegio. Permite colaborar con distintos socios a nivel local e internacional en todo lo referido a derechos humanos. A nivel local colaboramos con Apoyo Mutuo y con Hogar Betania de La Línea, y a nivel internacional en Uganda, Marruecos y Ecuador”.
“Este modelo -continuó- permite trabajar con chicos de un estatus social alto, sensibilizarlos sobre las diferentes realidades que hay en el mundo y conseguir una juventud preocupada e involucrada. También tenemos una pata de emprendimiento social, de manera que aprenden habilidades de negocio enfocados a solucionar problemas sociales o medioambientales. Nuestra esperanza es que un futuro sean empresarios o profesionales conectados con el resto de la sociedad y no sólo volcados en su propio egoísmo”.