de San Roque
La compañía La Baldufa ha representado en el Teatro Juan Luis Galiardo en dos sesiones, a las 10.00 y a las 12.00 horas de hoy jueves, la obra “El Príncipe Feliz” basada en el inmortal cuento de Oscar Wilde, en el que han participado alrededor de 470 escolares de entre 9 y 11 años.
Se trata de una nueva iniciativa del Circuito Abecedaria de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, en el que participan la Delegación Municipal de Cultura, que dirige la teniente de alcalde Dolores Marchena, y la Delegación de Educación, encabezada por la concejal Belén Jiménez. Ambas ediles asistieron a la primera representación acompañadas por el concejal de Juventud, David Ramos.
Dolores Marchena ha destacado que “apostamos por trasladar a los centros educativos las diferentes ofertas, tanto educativas como culturales, que llegan al municipio, gracias a la Agencia de Instituciones Culturales a la que nos sumamos Cultura y Educación”.
Marchena ha indicado que son 470 alumnos los que visitan hoy el teatro en dos funciones, “y por supuesto desde la delegación seguimos trabajando con la Agencia para aumentar esta oferta, no sólo cultural, sino también educativa”.
Por su parte, Belén Jiménez ha señalado que de nuevo los escolares vuelven al teatro, en esta ocasión con la obra “El Príncipe Feliz” de la compañía La Baldufa, de la mano del Circuito Abecedaria.
“Nos conjugamos ambas delegaciones siempre para un bien en común, que es fomentar otra serie de valores en los pequeños a través de obras como ésta, que no sólo goza de enorme popularidad, sino que además ha recibido varios premios importantes”, concluyó la responsable de Educación.
“El príncipe feliz” ha obtenido el Premio a la Mejor Adaptación Teatral de la feria FETEN 2012 (Gijón, Asturias) y el Premio al Mejor Espectáculo 2012, de Amigos de Titeremurcia (Murcia).
“El Príncipe Feliz” es la historia de una majestuosa estatua que domina una ciudad, que representa a un príncipe que en vida no se ocupó nunca de lo que ocurría más allá de los muros de su castillo. Ahora está atado a esa escultura inmóvil y suntuosa, bañada en oro y con piedras preciosas. Pero ya no es feliz. Desde su privilegiada colina puede observar la miseria de los habitantes de la ciudad, la pobreza que antes desconocía se convierte ahora en su dolor, y cada noche llora de impotencia por no poder ayudarlos.
Un día, una golondrina que pasa por la ciudad camino a África, se refugia a los pies de la estatua para pasar la noche. Cuando ve la tristeza de ésta se compadece y accede a ayudarla, aunque sabe que no tiene mucho tiempo, el invierno ya está aquí y ella tiene que emigrar a tierras más cálidas donde sus compañeras la esperan.