de San Roque
La existencia en el Campo de Gibraltar de cientos de nidos de ametralladoras y fortines, muchos de ellos en el término municipal sanroqueño, se explica en el libro “La Muralla del Estrecho”, que Ángel Sáez ha presentado en el Salón de Actos del Palacio de los Gobernadores.
El director del Instituto de Estudios Campogibraltareños ha estado acompañado en la presentación de su libro “La Muralla del Estrecho. Nidos y fortines frente a los aliados” de la tte de alcalde de Cultura, Dolores Marchena, cuya delegación que preside organizó esta actividad, y por Carlos Gómez de Avellaneda, que introdujo al autor.
Desde el río Guadiaro a Conil, en plena guerra mundial, entre 1939 y 1942, presos republicanos construyeron algo más de 500 fortificaciones para defensa ante un posible ataque aliado e incluso como puntos artillados para atacar a Gibraltar y defender el Estrecho.
De este medio millar de fortificaciones quedan aún en pie unos 300, ya protegidos y catalogados, que en la inmensa mayoría de los casos, curiosamente, jamás entraron en funcionamiento.
Sobre estas fortificaciones, su construcción, su objetivo, trata el libro presentado por Gómez de Avellaneda, del que dijo que la lectura se hacía amena, con altas dosis de intriga, novela y sobre todo con una impresionante base documental.
Explicó que en el libro se hace un análisis de la condición histórica de la comarca en la Segunda Guerra Mundial y destacó que un elemento patrimonial no es casualidad, y en el libro se explica el porque de esos elementos patrimoniales que tenemos en el Campo de Gibraltar.
Animó a investigar el fenómeno demográfico que llevó aparejado la construcción de estos fortines, asegurando que fue un revulsivo económico para la comarca, y marcó como el inicio de este libro el catálogo de fortines que Sáez, junto a otros dos historiadores, elaboró para la Junta de Andalucía hace unos años.
Tras agradecer a la edil Dolores Marchena su invitación a presentar el libro en San Roque y los desvelos en la protección de elementos patrimoniales de los que ha hecho gala la concejal de Cultura, Angel Sáez, destacó que San Roque tiene una tremenda riqueza patrimonial en este sentido.
Sáez, que lleva décadas investigando este tipo de fortificaciones, no sólo en el Campo de Gibraltar sino también en otros lugares de Europa, pretende con el título de su libro, “la Muralla del Estrecho”, realzar y poner las construcciones campogibraltareñas al mismo nivel que otras europeas, como la línea Maginot, La Muralla del Atlántico o la línea Sigfrido.
El autor espera que en algún momento, al igual que en estos lugares, la Muralla del Estrecho pueda ser un atractivo turístico, un granito de arena en la riqueza de esta comarca, que atraiga a interesados de todo el mundo en este tipo de fortificaciones.
Saez recordó que, en el aspecto histórico, estas fortificaciones no sirvieron en el mundo nada más que, en todo caso, para retrasar un poco las invasiones, a excepción de la nuestra, porque ésta nunca se puso a prueba.
En España se construyó también la línea Pirineos, para defenderse de los franceses, pero la nuestra es la más moderna y la última que se construyó en Europa. Desveló Sáez un detalle: el inicio de la construcción tardó menos de un mes desde que se advirtió por un espía español en Gibraltar de una posible invasión inglesa hasta que se inició la construcción del primer nido, una celeridad inusual en España y menos en la recién salida España de la Guerra Civil.
El autor destacó que pese a las penurias que la población española pasaba en esos años, justo a la conclusión de la guerra civil española, el gobierno de Franco destinó muchos fondos para la construcción, con la mano de obra de presos republicanos, de estos búnkeres, utilizado mucho hormigón armado que hubiera sido necesario para reconstruir España tras la guerra civil.
El libro hace un repaso a lo largo de sus mas de 300 páginas a los fortines del Campo de Gibraltar, y el resultado es un estupendo trabajo documental e histórico. El objetivo de Sáez es reivindicar este patrimonio, que puede encontrarse entre el río Guadiaro y Conil, y que responde al temor del dictador Francisco Franco a una invasión aliada durante la II Guerra Mundial.
Se da la circunstancia de que estas fortificaciones, popularmente conocidas como “búnkeres”, han sufrido en las últimas décadas un importante proceso de deterioro debido a su abandono, cuando no han sido destruidas directamente por diversas causas, especialmente empresas constructoras.