de San Roque
La formación Ad Libitum Aeternam, un doble quinteto de instrumentos de viento, ofreció en la noche de ayer, sábado, un espléndido concierto en el Teatro Juan Luis Galiardo, con obras de compositores desde el Barroco hasta bien avanzado el siglo XX. Se trataba de la segunda etapa del VIII Festival San Roque Suena, que comenzó el viernes con tres bandas de rock y pop, y finalizará el próximo día 10 con el piano flamenco de Dorantes.
La Delegación de Cultura del Ayuntamiento de San Roque organiza el festival San Roque Suena, y su teniente de alcalde, Ana Ruiz, y el concejal Alfonso Valdivia saludaron a los jóvenes músicos antes del concierto. Ad Libitum Aeternam es un grupo de música de cámara, concretamente un doble quinteto de viento, que dirige Francisco Espinosa Naranjo.
Se trata, por lo tanto, de dos flautas, dos oboes, dos clarinetes, dos fagots y dos trompas, y su principal objetivo es divulgar la música clásica desde una perspectiva didáctica. Por ello, su repertorio recorre todos los estilos musicales desde el Barroco hasta la actualidad.
Consiguieron su propósito de manera magnífica con el repertorio del concierto de anoche, titulado “Lo que el viento nos dejó”, que constaba de obras clásicas como “Música Acuática” de Händel o la “Sinfonía de los juguetes” de Angerer, así como otras de Gustav Holst y Jean Françaix, ambos compositores del siglo XX.
La octava edición del Festival San Roque Suena comenzó en la noche de este viernes en la Plaza Espartero con la actuación de las bandas locales “Los Mammys Daddys” y “Los Desbarajustes”, así como los albaceteños “Rockola Circus”.
Por último, el viernes 10 de noviembre, el Teatro Juan Luis Galiardo acogerá desde las 20 horas el recital de piano flamenco de Dorantes, titulado “Identidad”. El precio de las entradas es de 10 euros y pueden adquirirse a través de la plataforma http://giglon.com.
A Dorantes (Lebrija, Sevilla, 1969), conocido como “La joya del piano flamenco”, no se le puede homologar musicalmente con facilidad. Pertenece al mundo flamenco por cuna y vivencias, pero sus creaciones son absolutamente personales. No tiene nada que ver con los experimentos de fusión más habituales.
Ha dotado al piano de una enriquecedora dimensión, es un virtuoso instrumentista que denota su paso por el conservatorio y, además, suena jondo de verdad. El contacto de Dorantes con los teclados fue una coincidencia: en casa de su abuela paterna, La Perrata, había un piano, y él empezó a tocarlo de chiquillo.