de San Roque
Existen varias leyendas sobre la falta de rabo del can. La más conocida se refiere a 1885 coincidiendo con una de las epidemias de peste que asoló estas tierras. Las personas que acudieron a la Ermita de San Roque, se servían de las oraciones y de unos polvos que el santero les vendía. Este producto "mágico" lo obtenía de una mezcla bien trabajada, en la que dicho empleado incluía raspaduras del rabo del perro. Tan estupendo negocio, fue dejando al perrito sin rabo.